Cosas del Mirar: El imperturbable estoicismo de la Dama de Hielo del parque.

"Just call me "Mr. Modest"I got it and I flaunt itYou can applaud if you wanna"Evening Wear - Mindless Self Indulgence
          Últimamente suelo sentarme en un parque a leer al salir de la universidad. Es algo completamente normal y, hasta hace unos días, inofensivo. Que sí, que alguna pelota se le escapaba a los críos y todas esas gilipolleces pero, por lo demás, me sentaba y leía y a veces escuchaba música y el mundo seguía girando y nadie sufría demasiado.
Era jueves. No sé qué libro estaba leyendo. Es curioso pero la fuerza del shock me ha hecho olvidar qué jodido libro estaba leyendo hasta el momento fatal. Levanté la mirada, nadie sabe por qué, y al otro lado del parque pero aún así demasiado cerca había una parejita. Ella estaba sentada en el regazo de él, dándome la espalda, con las patejas abiertas. Rebotando. 
Estuve mirando la escena un rato. No sé qué cara pondría, lo único que sé es que estaba viendo a dos chicos, de no más de dieciséis así a ojo, a los que lo único que les faltaba era desnudarse. Luego reflexioné y hacía demasiado frío como para desnudarse en los asientos esos de falso mármol que tenemos en la rambla de Almería pero tanto da. Si alguien se hubiese acercado a mí y hubiese empezado a relatar la escena como si fuese un documental lo habría aceptado como algo natural, porque le habría dado algo de sentido a ver a una chica rebotando sobre las rodillas de un tipo con medio tanga al aire y dos manazas como dos panes de pueblo amasándole las posaderas sin pudor ninguno.
Probablemente fuese el shock inicial lo que hizo que la ignorara, como si fuese parte del entorno y no de lo que estaba pasando. Puede que algún mecanismo de defensa me impidiese procesarla al ser algo demasiado raro. Tal vez fue algo así como "Si no existe, sé que no existe, no puedo verlo". La cuestión es que algo captó mi atención a la izquierda de la pareja. Fue un movimiento sutil, un brazo alzándose y una mano bajando una manga. 
Entonces la vi.
Ella estaba sentada en el banco. Junto a la pareja. Mirando el infinito. Pero lo que me hizo admirar sus santos cojones como iglesias góticas fue que estaba literalmente APOYADA en la pareja, con la espalda en ellos y las piernas en el banco. Imperturbable, impasible, inamovible, sin expresión, sin emoción alguna en las facciones. Era como una bizarra estatua de carne. Estaba ahí, oyéndolo y notándolo justo a su espalda, y estaba hablando con la otra chica como si no estuviese casi tirándose a un tío ahí en medio. 
En un momento dado, se dio cuenta de que estaba mirándoles y giró un poco la cara. Había hielo puro en su mirada. Eran los ojos de un ser frío, descorazonado, sin alma. Era un tiburón con moño choni. Me dedicó una breve mueca de desdén antes de volver a sus asuntos y vi que llegó a reírse mientras hablaba con la otra chica, como si toda la situación fuese completamente normal. 
Tenía un halo de DIGNIDAD, de "Estoy aquí porque me sale a mí de los huevos", que no podía ignorar. Ella era la encarnación de todo lo duro y todo lo frío, hecha de acero para vivir con la espalda pegada a parejas de parque.
Cuando me levanté para irme, perturbada hasta cierto punto por el bizarrismo de toda la situación y el hecho de que una señora mayor pasara y les gritara "CERDOS" y ella se limitase a congelarla en el sitio con la mirada, expresando en un sólo gesto un "Lo siento, señora, están ocupados. Mientras tanto, puede usted probar a irse a la MIERDA", ella volvió a mirarme tal vez porque había captado movimiento o tal vez porque olió mi miedo. 
Y mientras la pareja seguía a lo suyo, bostezó y volvió a mirar su móvil. Nada había cambiado en el mundo de la Dama de Hielo del parque. Ella se quedaría ahí, reclinada, y llegarían otros como yo que se quedarían embobados con su estoicidad y se verían obligados a escribir una entrada en su blog, a crear un blog, sólo por eso.